
Integridad en cifras: Perspectivas a la luz de los resultados del ICP 2024
Autores

Experto en políticas de integridad y lucha contra la corrupción. Posee maestrías en Corrupción y Estado de Derecho, y Gestión de Políticas Públicas.

Analista de investigación. Politóloga con estudios en metodologías de investigación, Políticas Públicas y experiencia de usuario (UX). Investigadora en gestión pública, gobernanza, sistemas de integridad y ética pública.

Asistente de investigación. Egresada de la de la EAP de Ciencia Política de la UNMSM. Orientada a la investigación de Políticas Públicas, gobernanza e integridad.
Keywords
Índice de Capacidad Preventiva, Modelo de Integridad, Integridad, Anticorrupción, Servicio civil
Cómo citar este artículo
Munive, E., Urteaga, M. & Bejarano, M. (11 de marzo de 2025). Integridad en cifras: Perspectivas a la luz de los resultados del ICP 2024. Integrity Networks. https://www.integritysolutions.pe/recursos
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La integridad pública es un pilar fundamental de la buena gobernanza, se centra en buscar que la adopción de las políticas, así como su implementación se enmarquen en una cultura de servicio a los ciudadanos, respondiendo de manera efectiva a sus demandas y expectativas, en un contexto de trabajo articulado y corresponsable entre los diferentes actores de una sociedad. En este contexto, en el ámbito peruano, como parte de la Política Nacional de Integridad y Lucha contra la Corrupción, se estableció un Modelo de Integridad como un conjunto de pautas y orientaciones que guían la gestión interna y externa de las entidades públicas para alcanzar mayores niveles de transparencia, rendición de cuentas, liderazgo ético, prevención y respuesta frente a prácticas antiéticas.
La Secretaría de Integridad Pública de la Presidencia del Consejo de Ministros, ente rector de esta política, desarrolló desde el 2021, un instrumento para evaluar el nivel de implementación del Modelo, el Índice de Capacidad Preventiva frente a la Corrupción(ICP), permite medir el grado de implementación y madurez de las estrategias adoptadas por las entidades públicas sobre la materia.
En base a ello, este artículo analiza los resultados publicados en el último Reporte Nacional de Implementación del Modelo de Integridad 2024(1), el cual presenta datos de la aplicación del ICP en 396 entidades públicas que fueron parte de esta evaluación.
Este análisis busca determinar patrones de cumplimiento en la implementación del modelo de integridad por grupos de entidad, con el fin de determinar el nivel de madurez actual de esta herramienta. Para ello, se empleó un enfoque cuantitativo basado en el estudio de tendencias centrales de los diversos grupos de entidades evaluadas. Se calcularon medidas como la media, mediana, moda y se identificaron variaciones significativas en la implementación del Modelo de Integridad.
A partir de estos hallazgos, se proponen recomendaciones estratégicas para optimizar la aplicación del Modelo de Integridad y fortalecer la cultura de integridad en la Administración Pública.
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El Modelo de Integridad es un conjunto de directrices diseñadas para fortalecer la capacidad preventiva y defensiva de las entidades públicas contra la corrupción y prácticas no éticas. Respaldado por el Decreto Supremo N.° 148-2024-PCM, este modelo define principios, componentes y criterios para su implementación y evaluación en el sector público. Se compone de nueve elementos fundamentales, basados en conceptos y pautas específicas a nivel organizacional y funcional (2).
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Es la herramienta que permite medir el nivel de adecuación al estándar de integridad por parte de las entidades públicas (3). Considerando 5 etapas de desarrollo, el ICP evalúa la implementación de los componentes y subcomponentes del Modelo de Integridad, en una escala de 0 a 1, donde:
0 es la ausencia de mecanismos estandarizados de prevención de la corrupción.
1 es un nivel óptimo de implementación.
A modo de presentar mejor esta dinámica, se ha considerado el siguiente gráfico, que describe cada una de las etapas del modelo, iniciando con la etapa 1 que incluye aspectos esencialmente internos de las entidades, que se proyectan en las siguientes etapas, hacia la articulación de la entidad con otros actores y la ciudanía. Esto además nos permite introducir una nueva idea de análisis que la SIP podría aprovechar, vinculada a determinar el nivel de madurez del modelo de integridad, como un análisis entre niveles para describir la evolución del Modelo de Integridad.
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Es el ente rector de la Política Nacional de Integridad y lucha contra la Corrupción en el Estado peruano; así también, lidera la estrategia que sienta las bases para el diseño, implementación y evaluación del Modelo de Integridad a nivel nacional (4). De acuerdo con el Reglamento de Organización y Funciones de la Presidencia del Consejo de Ministros (5), la SIP cuenta con 12 funciones, de las cuales son 8 se vinculan con el desarrollo, conducción y supervisión del modelo.
A juicio de esta publicación, hemos relacionado cada una de las funciones en un ciclo de intervención que la SIP puede considerar a efectos de fortalecer su intervención como ente rector, entender como estas funciones se relacionan y se retroalimentan resulta clave para asegurar la coherencia de las intervenciones y con ello reducir la incertidumbre a nivel de las entidades públicas. A continuación, se describe este ciclo:
En el diseño de la estrategia:
- Proponer y conducir programas, proyectos, mecanismos, instrumentos y/o herramientas destinadas a promover las materias de ética pública, integridad y anticorrupción, según corresponda(Art. 12.1, lit. a).
- Proponer normas y aprobar directivas, lineamientos, metodologías y demás herramientas, en materias de su competencia; así como supervisar su cumplimiento (Art. 12.1, lit. b).
- Emitir opinión técnica, cuando corresponda, en las materias de su competencia, conforme a la normativa vigente (Art. 12.1, lit. k).
En la implementación de la estrategia:
- Dirigir y supervisar las acciones orientadas a promover una cultura de integridad pública sobre la base de la ética (Art. 12.1, lit. f).
- Dirigir y articular las medidas de prevención y gestión de los riesgos asociados a corrupción, en el marco de su competencia (Art. 12.1, lit. j).
- Supervisar el cumplimiento de las disposiciones, obligaciones y acciones que promuevan la ética, la integridad y anticorrupción en las entidades de la administración pública (Art. 12.1, lit. h).
En la evaluación
- Consolidar y generar información cuantitativa y cualitativa en las materias de su competencia, que permitan el monitoreo y la adopción de políticas públicas (Art. 12.1, lit. g).
- Formular recomendaciones a las entidades de la administración pública, en materias de su competencia (Art. 12.1, lit. d).
Esta perspectiva permite entender adecuadamente la forma en que la SIP estructura su trabajo estratégico y operativo en la implementación del Modelo.
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Asimismo, al interior del Poder Ejecutivo se encuentran marcadas diferencias en el nivel de implementación del Modelo de Integridad entre ministerios y organismos públicos. En los ministerios, la distribución es más equilibrada entre las tres etapas (con 8 en la etapa 1, 5 en la etapa 2 y 6 en la etapa 3). Por otro lado, en los organismos públicos se observa una alta concentración en la etapa 1 (132), con una menor presencia en la etapa 2 (36) y una cantidad mínima en la etapa 3 (4). Esto sugiere que los organismos públicos enfrentan mayores desafíos para avanzar hacia niveles más altos de madurez en integridad en comparación con los ministerios, lo que podría requerir medidas más específicas.
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De las 191 entidades evaluadas, 51 presentan un nivel de capacidad preventiva mayor a 0.9. Asimismo, 96 entidades (que representan el 50% de las entidades evaluadas) se encuentran dentro del rango de 0.63 a 0.90. A juicio de esta publicación, consideramos a este grupo en un umbral al que denominamos “oportunidad de crecimiento” ya que ha avanzado significativamente en la implementación de medidas preventivas y se encuentra próximo a alcanzar la categoría “Apto” dentro de la etapa inicial del Modelo de Integridad.
Por otro lado, 37 entidades han implementado algunos mecanismos de prevención, pero aún tienen un camino considerable por recorrer para alcanzar los niveles observados en la mayoría de las instituciones que superan el umbral de 0.63. En el extremo inferior, 7 entidades presentan niveles de capacidad preventiva significativamente más bajos que el resto.
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De las 34 entidades del Poder Ejecutivo evaluadas en la Etapa2, 10 lograron superar esta fase, mientras que 24 aún no lo han hecho. De estas últimas, el 50% se encuentra en la categoría “Aceptable”, presentando un nivel comprendido entre 0.66 y 0.92. Esto sugiere que han avanzado en la implementación de medidas preventivas y están cerca de alcanzar la categoría “Apto” dentro de la etapa inicial del Modelo de Integridad. Por otro lado, 5 entidades han implementado algunos mecanismos de prevención, pero aún tienen un camino considerable por recorrer para alcanzar los niveles observados en la mayoría de las instituciones que superan el umbral de 0.66.
En el extremo inferior, una entidad muestra niveles de capacidad preventiva significativamente más bajos que el resto. Esta situación sugiere que enfrenta mayores dificultades en la adopción e implementación de medidas orientadas a prevenir riesgos de integridad. Esta institución podría necesitar apoyo adicional, acompañamiento y asistencia técnica para fortalecer sus mecanismos de prevención y avanzar en la implementación del Modelo de Integridad.
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De las ocho entidades que avanzaron a esta etapa, la mitad se encuentra en un nivel considerado “aceptable”, aunque ninguna ha logrado alcanzar la categoría de “apto”. El otro 50% de las entidades se ubica en la categoría “en proceso”, debido a la similitud entre la mediana y la media, podemos afirmar que no se encuentran atípicos en la distribución; es decir, las entidades que lograron este nivel presentan un desempeño similar.
El nivel de madurez del Modelo de Integridad en los gobiernos regionales se encuentra en una fase inicial. La gran mayoría (92%) enfrenta dificultades para posicionar la integridad dentro de sus entidades, lo que evidencia la necesidad de fortalecer este aspecto en la gestión pública regional. Por otro lado, solo el 8% de los gobiernos regionales ha logrado aplicar normas y herramientas de integridad de manera interna, aunque sin gestionar los riesgos que puedan afectar su implementación. Hasta el momento, ninguno ha desarrollado las capacidades necesarias para gestionar riesgos de manera efectiva ni para hacer un uso intensivo de herramientas de integridad.
Nota: Los datos reflejan únicamente la implementación en la sede central de los Gobiernos Regionales; en el presente análisis se han excluido a las unidades ejecutoras del nivel regional.
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En la Etapa I del Modelo de Integridad, se evaluaron un total de 24 gobiernos regionales. De estos, solo 2 lograron superar esta fase, mientras que 22 permanecen en ella. Además, un gobierno regional (Pasco), no presentó reporte sobre su evaluación.
De los 22 gobiernos regionales que aún no han superado la Etapa 1, únicamente 3 se encuentran en la categoría “Aceptable”, lo que indica que están cerca de alcanzar la categoría “Apto” y que se ubicarían en el umbral de “oportunidad de crecimiento” que mencionamos anteriormente. Sin embargo, los 19 restantes se encuentran en categorías inferiores, lo que refleja la necesidad de fortalecer sus capacidades en integridad.
A pesar de estos desafíos, se han identificado avances. Dos gobiernos regionales han logrado pasar a la Etapa 2 y podrían servir como referencia de buenas prácticas, compartiendo su experiencia con otras regiones. Asimismo, otros 2 gobiernos regionales se ubican en la categoría “Aceptable”, lo que significa que están próximos a obtener un puntaje óptimo.
Por otro lado, 12 gobiernos regionales, que representan el 50% del total, se encuentran en la categoría “En proceso”, con niveles de capacidad preventiva en un rango de 0.69 a 0.40. Finalmente, 8 gobiernos regionales presentan niveles de capacidad preventiva significativamente más bajos en comparación con el resto. Estas entidades requieren apoyo especializado, acompañamiento técnico y asistencia específica para fortalecer sus mecanismos de prevención y avanzar en la implementación del Modelo de Integridad.
De los 25 gobiernos regionales evaluados, únicamente el Gobierno Regional de Ayacucho y el Gobierno Regional de San Martín lograron superar la Etapa 1 del Modelo de Integridad. Esto indica que la mayoría de las regiones aún enfrentan dificultades para fortalecer sus mecanismos de integridad y avanzar en su implementación.
En cuanto al desempeño por componentes, se registran mayores avances en el Canal de denuncias y en la Supervisión y Monitoreo del Modelo de Integridad. Estos resultados reflejan un esfuerzo por mejorar los mecanismos de reporte y seguimiento en materia de integridad. Sin embargo, los componentes con menor avance corresponden al Compromiso de Alta Dirección y a la Gestión de Riesgos.
La baja puntuación en esos aspectos sugiere la necesidad de reforzar el liderazgo y la responsabilidad de las autoridades en la promoción de la integridad, así como mejorar la identificación y gestión de riesgos que puedan afectar el desempeño institucional en este ámbito.
En este caso, es preciso comentar, que la SIP ha desarrollado un piloto de la incorporación de los Gobiernos Locales que incluyó solo a 28 municipalidades, por lo que el análisis a continuación no resulta representativo.
El nivel de madurez del Modelo de Integridad en los gobiernos locales se encuentra en una fase inicial. Un 97% de los gobiernos locales presenta dificultades para posicionar la integridad dentro de sus entidades, lo que evidencia la necesidad de reforzar esfuerzos en esta materia. Solo el 1% ha logrado aplicar normas y herramientas de integridad internamente, aunque sin gestionar los riesgos que puedan afectar su efectividad. Hasta el momento, ningún gobierno local ha desarrollado capacidades suficientes para gestionar riesgos ni para hacer un uso intensivo de herramientas de integridad.
Nota: Los datos reflejan únicamente la implementación en la sede central de los Gobiernos Locales; en el presente análisis se han excluido a las unidades ejecutoras y entidades adscritas del nivel local.
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En total, se evaluaron 28 gobiernos locales, de los cuales únicamente la Municipalidad Distrital de San Isidro logró superar la Etapa I del Modelo de Integridad. El resto (27 municipalidades) se mantiene aún en esta etapa, lo que refleja una brecha significativa en la implementación de medidas efectivas de integridad.
En términos de oportunidad de crecimiento, de las 27 municipalidades que aún no han superado la Etapa I, solo 8 se encuentran en la categoría "Aceptable", lo que indica que están próximas a alcanzar la categoría "Apto". Sin embargo, 19 municipalidades se ubican en categorías inferiores, lo que resalta la necesidad de fortalecer sus capacidades en integridad.
A pesar de estos desafíos, se han identificado avances. Las 7 municipalidades con una implementación más completa del modelo podrían servir como referencia de buenas prácticas, compartiendo su experiencia con otros gobiernos subnacionales. Además, el 50% de las municipalidades evaluadas tiene una capacidad preventiva en un rango de 0.77 a 0.45, lo que sugiere que la mayoría se encuentra "en proceso" y próximas a avanzar a una etapa más desarrollada.
Finalmente, 8 municipalidades con niveles de capacidad preventiva significativamente más bajos que el resto podrían necesitar apoyo adicional, acompañamiento y asistencia técnica para fortalecer sus mecanismos de prevención y avanzar en la implementación del Modelo de Integridad.
El nivel de madurez del Modelo de Integridad en los Organismos Constitucionalmente Autónomos (OCAs) se encuentra en una etapa inicial. Un 78% de estos organismos enfrenta dificultades para posicionar la integridad dentro de sus entidades, lo que evidencia la necesidad de fortalecer sus estrategias en esta materia.
Por otro lado, un 22% ha logrado aplicar normas y herramientas de integridad internamente, aunque sin gestionar adecuadamente los riesgos que podrían afectar su implementación.
Hasta el momento, ningún OCA ha desarrollado capacidades para gestionar riesgos ni hace un uso intensivo de herramientas de integridad.
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En cuanto a la Etapa 1, se evaluaron 9 OCAs, de los cuales solo 2 lograron avanzar a la Etapa 2, mientras que 7 entidades permanecen en la Etapa 1. De los OCAs evaluados, 2 se encuentran en la categoría "En proceso", lo que indica que han comenzado a implementar algunas medidas de integridad, aunque aún tienen un camino considerable por recorrer. Por otro lado, 5 entidades se ubican en la categoría "Aceptable", lo que significa que están próximas a alcanzar la categoría "Apto" y podrían convertirse en referentes para otras entidades.
Estas 5 entidades muestran un nivel de capacidad preventiva que oscila entre 0.72 y 0.89, lo que representa el 50% del total evaluado. Este desempeño sugiere que han avanzado significativamente en la implementación de medidas preventivas y se encuentran cerca de superar la etapa inicial del Modelo de Integridad. Aunque todavía presentan desafíos, han logrado superar las categorías más bajas, como "incipiente" e "inicial", lo que refleja una evolución positiva en su desarrollo institucional.
En cuanto a la Etapa 2, solo la Contraloría General de la República y el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) lograron avanzar a este nivel, lo que los posiciona como referentes en la aplicación de herramientas de integridad. El análisis de los componentes del modelo muestra que las áreas con mayor avance incluyen Comunicación y Capacitación, Canal de Denuncias, Supervisión y Monitoreo del Modelo de Integridad y la figura del Encargado del Modelo de Integridad.
Sin embargo, aún persisten desafíos en algunos aspectos clave. Los componentes con menor avance corresponden a la Gestión de Riesgos, la Transparencia, Datos Abiertos y Rendición de Cuentas y los Controles y Auditoría. Estos resultados reflejan la necesidad de fortalecer la gestión institucional de riesgos y mejorar los mecanismos de transparencia y control, con el fin de consolidar un modelo de integridad más sólido y efectivo en los Organismos Constitucionalmente Autónomos.
En la Etapa I del ICP, el Congreso de la República obtuvo un puntaje de 0.65, lo que lo ubica en la categoría "En proceso". Esto indica que, si bien ha avanzado en la implementación del modelo, aún requiere asistencia técnica de la Secretaría de Integridad Pública (SIP) para fortalecer sus mecanismos y alcanzar la categoría "Aceptable".
Este resultado es especialmente relevante debido a la gran cantidad de trabajadores que laboran en esta entidad, un total de 3,341 personas. La implementación efectiva del Modelo de Integridad en el Congreso podría generar un impacto significativo en la cultura organizacional y en la gestión de la integridad dentro del Poder Legislativo.
El análisis por componentes revela que el Congreso muestra un mejor desempeño en áreas clave como el Compromiso de Alta Dirección, los Controles y Auditoría, la Comunicación y Capacitación, el Canal de Denuncias y la gestión del Encargado del Modelo de Integridad.
Sin embargo, aún enfrenta desafíos en otros aspectos fundamentales. Los componentes con menor desempeño son las Políticas de Integridad, la Transparencia, Datos Abiertos y Rendición de Cuentas, y la Supervisión y Monitoreo del Modelo de Integridad. Estos resultados reflejan la necesidad de fortalecer la formulación e implementación de políticas de integridad, así como mejorar los mecanismos de transparencia y supervisión dentro del Congreso de la República.
En esta etapa se evaluaron un total de 33 entidades, evidenciando distintos niveles de avance en la implementación de medidas de integridad. 6 alcanzaron los niveles "Aceptable" y "Apto", lo que indica que han logrado consolidar buenas prácticas en materia de integridad. Estas instituciones pueden servir como referentes y compartir su experiencia con otras entidades que aún se encuentran en etapas iniciales.
Por otro lado, 16 entidades (50% del total) presentan una capacidad preventiva en un rango de 0.16 a 0.69, ubicándose en los niveles "Inicial" y "En proceso". Esto sugiere que han implementado ciertas medidas de integridad, pero aún requieren fortalecer sus mecanismos para avanzar hacia un nivel más sólido en la gestión de riesgos y cumplimiento normativo.
Finalmente, 11 entidades se encuentran en los niveles "Incipiente" e "Inicial", lo que significa que enfrentan dificultades significativas en la implementación del modelo de integridad. Estas instituciones tienen un largo camino por recorrer para alcanzar estándares óptimos y requerirán mayor asistencia técnica, acompañamiento y fortalecimiento de capacidades para mejorar su desempeño en esta materia.
Para comprender mejor el desempeño reflejado en el Índice de Capacidad Preventiva (ICP) 2024, se han realizado análisis de tendencia central diferenciados por grupos de entidades. Esta metodología permite identificar patrones clave, contrastar el rendimiento entre distintos sectores y reconocer brechas en la gestión pública. A partir de estos análisis, se pueden extraer aprendizajes relevantes y oportunidades de mejora que contribuyan a la toma de decisiones y al fortalecimiento del Modelo de Integridad en la Administración Pública. A continuación, se presentan las principales conclusiones:
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Para lograr una implementación efectiva del Modelo de Integridad, es fundamental establecer criterios de evaluación precisos en cada una de sus cinco etapas. Actualmente, muchas entidades aplican el modelo sin una comprensión clara de sus objetivos finales, lo que dificulta la medición del progreso y la obtención de resultados concretos. Esta falta de claridad genera un desconocimiento generalizado sobre el propósito central de su implementación.
Las primeras tres etapas (1, 2 y 3) están estrechamente vinculadas a los objetivos institucionales de cada entidad, mientras que las etapas 4 y 5 se enfocan en la prestación de servicios y en su impacto en la satisfacción de las expectativas y necesidades de la población.
Para garantizar una integridad sostenible, el desarrollo del Modelo de Integridad debe basarse en una visión de mediano y largo plazo, estableciendo con claridad los objetivos que se buscan alcanzar con su implementación óptima. Para ello, la Secretaría de Integridad Pública (SIP) debe definir objetivos concretos en materia de integridad a nivel nacional y diseñar proyectos y estrategias orientadas a su cumplimiento.
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Es imprescindible que la SIP garantice un orden sistemático y coherente en la normativa relacionada con la integridad. La claridad en la vigencia de las disposiciones y su concordancia con otras regulaciones, incluidas las opiniones técnicas, es esencial para evitar contradicciones y asegurar una aplicación uniforme en todas las entidades.
Esto permitirá que los servidores públicos responsables de la implementación del modelo cuenten con directrices precisas, accesibles y alineadas entre sí, lo que facilitará su aplicación efectiva y evitará confusiones que podrían afectar el cumplimiento de los estándares establecidos.
Además, la digitalización y centralización de la normativa en plataformas de acceso público pueden contribuir a una mayor transparencia y facilitar la consulta por parte de las entidades y la ciudadanía, promoviendo una cultura de cumplimiento normativo y fortaleciendo la confianza en la Administración Pública.
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La conducción de la implementación del Modelo de Integridad no debe limitarse únicamente a la regulación normativa. Para garantizar su efectividad y sostenibilidad, es necesario adoptar un enfoque integral que considere tanto la definición de objetivos claros como la implementación de estrategias de acompañamiento a las entidades.
En primer lugar, se requiere establecer objetivos bien definidos que se alineen con la realidad y las necesidades específicas de cada entidad. Esto permitirá orientar la implementación del modelo de manera más efectiva y adaptada a los distintos contextos institucionales, asegurando que su adopción no se convierta en un mero cumplimiento formal, sino en una verdadera transformación de la cultura organizacional.
Asimismo, es fundamental desarrollar estrategias de acompañamiento dirigidas a las entidades, considerando sus particularidades y estableciendo metas de gestión concretas. Estas estrategias deben facilitar el proceso de implementación y proporcionar el apoyo necesario para superar los desafíos específicos que enfrenta cada institución.
Finalmente, es crucial construir indicadores que permitan medir la efectividad de las estrategias desplegadas por la SIP. Un ejemplo de ello es la evaluación del nivel de madurez en la implementación del modelo, lo que permitiría identificar avances, detectar áreas de mejora y ajustar las acciones según los resultados obtenidos.
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La Secretaría de Integridad Pública (SIP) debe adaptar su asesoramiento en función de los distintos grupos de entidades públicas, organizándolas de acuerdo con sus resultados en la implementación del Modelo de Integridad. Una estrategia segmentada permitirá maximizar el impacto de las intervenciones y optimizar los recursos disponibles.
En primer lugar, se deben identificar aquellas entidades con un puntaje óptimo en la aplicación del Modelo, ya que pueden desempeñar un papel clave en la difusión de buenas prácticas e iniciativas exitosas. Su experiencia puede ser aprovechada para generar espacios de aprendizaje e intercambio que beneficien a otras entidades en proceso de mejora.
Asimismo, es fundamental hacer un seguimiento a las entidades que están próximas a alcanzar un puntaje óptimo, con el fin de brindarles orientación estratégica que les permita consolidar sus avances. Por otro lado, aquellas entidades con resultados bajos y una implementación deficiente requieren asistencia técnica prioritaria. Es necesario fortalecer su capacidad preventiva mediante estrategias específicas que aborden sus principales dificultades y las guíen en la correcta aplicación del modelo.
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Se recomienda que la SIP dirija sus esfuerzos hacia aquellas entidades con una implementación incipiente del Índice de Capacidad Preventiva (ICP), con especial énfasis en gobiernos regionales y locales. Estos niveles de gobierno presentan una mayor exposición a riesgos de corrupción debido a factores como la limitada supervisión, la falta de recursos y las vulnerabilidades en los procesos administrativos.
Además, el desempeño de los gobiernos regionales y locales tiene un impacto directo en la vida diaria de la ciudadanía, ya que son responsables de la implementación de políticas públicas que afectan áreas clave como la salud, la educación, la infraestructura y la seguridad. Por lo tanto, fortalecer la capacidad de prevención en estos niveles de gobierno no solo representa una acción preventiva frente a la corrupción, sino también una estrategia para mejorar la eficiencia y la transparencia en la gestión pública. En resumen, priorizar las entidades a nivel subnacional es una medida estratégica que no solo fortalecerá la gestión pública, sino que también favorece la consolidación de un sistema político más ético y transparente.
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Los resultados evidencian que las entidades enfrentan dificultades diferenciadas dependiendo de la etapa en la que se encuentren, con algunos componentes que presentan un menor desempeño en cada nivel. Estas brechas en el avance reflejan áreas críticas que requieren una atención especial para fortalecer la integridad y la transparencia en la gestión pública.
En la Etapa 1 (Poder Ejecutivo, Poder Judicial, Poder Legislativo, OCAs, Gobiernos Regionales y Locales), los principales desafíos se presentan en la Gestión de Riesgos; Transparencia, Datos Abiertos y Rendición de Cuentas; Encargado del Modelo de Integridad; Supervisión y Monitoreo del Modelo de Integridad y Políticas de Integridad.
En la Etapa 2 (Poder Ejecutivo, OCAs y Gobiernos Regionales), los componentes con menor avance son nuevamente Gestión de Riesgos; Transparencia, Datos Abiertos y Rendición de Cuentas y Compromiso de Alta Dirección. Finalmente, en la Etapa 3 (Poder Ejecutivo), los aspectos con menor desempeño incluyen la Transparencia, Datos Abiertos y Rendición de Cuentas, Políticas de Integridad, Controles y Auditoría y Supervisión y Monitoreo del Modelo de Integridad.
En conclusión, los componentes con menor desempeño en cada etapa del Modelo de Integridad requieren una atención prioritaria y coordinada para mejorar la transparencia, fortalecer la rendición de cuentas y garantizar un servicio íntegro.
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Dada la variabilidad en los niveles de implementación de la función de integridad, así como las diferencias en los recursos económicos y las capacidades entre las distintas entidades, resulta crucial fortalecer el trabajo de las redes de integridad.
La promoción de la colaboración interinstitucional y la descentralización de responsabilidades permitirá maximizar el impacto del Modelo en la gestión pública. Al integrar esfuerzos y recursos de diversas entidades, se podrá generar una implementación más coordinada y efectiva que aborde de manera integral los riesgos y las brechas en la prevención de la corrupción. Las redes de integridad no solo fomentan un espacio de cooperación y aprendizaje mutuo, sino que también contribuyen a una mejor distribución de las responsabilidades, adaptándolas a las particularidades de cada nivel y tipo de entidad.
Además, estas redes pueden facilitar el intercambio de conocimientos, fomentar la asistencia técnica entre instituciones y garantizar una implementación más efectiva y sostenible del Modelo de Integridad. En este sentido, fortalecer estas redes se convierte en una estrategia fundamental para garantizar que el Modelo de Integridad no sea solo una normativa abstracta, sino un sistema operante que impulse mejoras tangibles en la gestión pública. La creación de vínculos sólidos entre las entidades también contribuye a una cultura de integridad más amplia, donde el compromiso con la transparencia y la rendición de cuentas se convierte en una prioridad compartida, trascendiendo las barreras organizativas y geográficas.
1) Secretaría de Integridad Pública de la Presidencia del Consejo de Ministros. (2024). Reporte Nacional de la implementación del Modelo de Integridad. [Ver documento]
2) Secretaría de Integridad Pública de la Presidencia del Consejo de Ministros. (2023). Guía para autoridades y titulares de las entidades del sector público. [Ver documento]
3) Gobierno del Perú (marzo del 2025). Índice de Capacidad Preventiva frente a la Corrupción (ICP). [Ver documento]
4) Gobierno del Perú (marzo del 2025). Secretaría de Integridad Pública (SIP). [Ver documento]
5) Gobierno del Perú (marzo del 2025). Texto integrado del Reglamento de Organización y Funciones de la Presidencia del Consejo de Ministros. [Ver documento]
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